No podíamos esperar, embelesados por Nuestra Virgen, que aún todavía antes de despedirse pudiera acariciarnos utilizando su dulzura. Estuvimos cerca de Ella todo el día desde la aurora, como intuyendo que algo tenía que decirnos, pero como niños traviesos estábamos más pendientes de otras cosas ..., que de nuestra Madre.

Siempre ocurre por octubre, siempre ocurre cuando nos vamos de fiesta. Andamos con los preparativos, con las prisas del último momento y con los sentidos puestos en lo menos importante. Todo estaba transcurriendo conforme a lo previsto, estaba siendo un gran día para los bornenses y a la recogida, cuando las luces del día daban paso a la noche, un soplo de marea, ese viento fresco que sopla en nuestra tierra comenzó a inundar a los presentes, a los sones de "Mi Amargura", de caricias olor nardo, de bendición y despedida, de un abrazo de María, tan suave, tan cálido, tan sentido..., - desbordó sin duda corazones que sintiéronse unidos irremediablemente a Ella - y entonces se hizo el milagro,  lo que durante el día nos parecía importante, rindióse al beso dulce de la Virgen del Rosario.
Pedro Bueno Jiménez

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"Mi Amargura" -Víctor Manuel Ferrer Castillo -
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Ánfora y Corazón

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