Mucho ha llovido desde que Toribio García fundase la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo Nazareno en el Hospital de la Resurrección de Bornos, allá por el año de 1640, gracias a su diligencia. 

Anduvo el hombre preocupado más de 30 años al frente de la misma, media vida, para que la Cofradía echara para delante. Ayudó también a pagar obras en la Capilla de la Resurrección, su sede primigenia, aportando mil reales, y treinta la Cofradía, de los cuarenta que costó limpiar y retirar los materiales una vez acabadas las obras.

No contento con lo hecho, testó en 1670 a favor de la Cofradía de Nuestro Señor Jesucristo Nazareno las casas de su morada de la calle de los Sotos a cambio de treinta misas rezadas, cada año, en el Hospital de la Resurrección o donde la Cofradía se mudase, preocupándose sin duda, por la salvación de su alma. 

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El 14 de marzo de 1683, trece años después, sus vaticinios se cumplieron y la imagen de Nuestro Señor Jesucristo Nazareno fue trasladada definitivamente a la iglesia parroquial del Señor Santo Domingo, hecho que se nos antoja importante para la incorporación a la Cofradía de la Resurrección de la imagen de Nuestro Señor Jesucristo amarrado a la columna.

En épocas más recientes, y siendo ya titulada la Cofradía como la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que hemos vivido, no podemos dejar de recordar estampas de numerosas cruces de penitencia, cirios eléctricos, estreno de palio y paso de plata, dedicatoria de calle principal con su nombre, concesión de la medalla de oro de la Villa, salida extraordinaria con motivo de la clausura del Año de la Fe, todo un camino. Pero como dijo el poeta, caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Toda esta singladura se merece un recuerdo adecuado al cumplirse 375 años y no nos cabe duda que la hermandad nazarena estará rondando ideas y decidiendo sobre la mejor forma de conmemorar esta efemérides durante la próxima cuaresma, en las que esperemos que el templo de la Resurrección tenga una presencia adecuada, aunque la mayoría de las veces, el tiempo, la vida, va tallando a su libre albedrío a todo el mundo y conforme transcurren los años, unos y otros nos empeñamos y esforzamos en olvidar lo que fuimos, haciendo lo que estimamos mejor para nuestra ansiada búsqueda de la felicidad.

Siendo de una forma u otra, no adelantemos acontecimientos, aplaudiremos cuanto se haga. Mientras comienza el nuevo curso cofrade, trataremos de ser felices y deseamos que todos lo seáis, poniéndonos en las manos de Nuestro Señor Jesucristo Nazareno y su Santísima Madre. Ellos nos darán seguridad y tranquilidad. Será por tanto lo que Dios quiera.

Pedro Bueno Jiménez
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Ánfora y Corazón

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