La parábola de Jesús es breve y clara. Un padre envía a sus hijos a trabajar en su viña. El primero le responde: «No quiero», pero después se arrepiente y va. El segundo le dice: «Ya voy», pero luego no marcha a trabajar. Jesús pregunta: ¿quién de los dos hizo la voluntad del padre?
La parábola, dirigida por Jesús a los sacerdotes y dirigentes religiosos de Israel, es una fuerte crítica a los «profesionales» de la religión, que tienen continuamente en sus labios el nombre de Dios, pero, acostumbrados a la religión, terminan haciéndose insensibles a la verdadera voluntad del Padre del cielo.
Según Jesús, lo único que Dios quiere es que sus hijos e hijas vivan desde ahora una vida digna y dichosa. Ese es siempre el criterio para actuar según su voluntad. Si alguien ayuda a las personas a vivir, si trata a todos con respeto y comprensión, si contagia confianza y contribuye a una vida más humana, está «haciendo» lo que desea el Padre.
Jesús advierte muchas veces a los escribas, sacerdotes y dirigentes religiosos de uno de los peligros que amenazan a los «profesionales» de la religión: hablan mucho de Dios, creen saberlo todo de él, predican en su nombre la ley, el orden y la moral. Pueden ser celosos y diligentes, pero pueden terminar haciendo la vida de las personas más dura y penosa de lo que ya es.
No es mala voluntad, pero hay un modo de entender lo religioso que no contribuye a una vida más plena y digna. Hay personas muy «religiosas» que acusan, amenazan y hasta condenan en nombre de Dios, sin despertar nunca en el corazón de nadie el deseo de una vida más elevada. En esa forma de entender la religión, todo parece estar en orden, todo es perfecto, todo se ajusta a la ley, pero al mismo tiempo, todo es frío y rígido, nada invita a la vida.
Al terminar la parábola, Jesús añade estas palabras terribles: «Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios». Los que aparentemente tienen poco que ver con Dios están con frecuencia más cerca de él que los teólogos y sacerdotes, pues entienden y acogen mejor la comprensión y la bondad de Dios con todos.
J. A. Pagola
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