Si, tontos los hay de todos los
colores y formas, pero los que me ocupan ahora son «los tontos de
capirote». No crean ni por asomo que es una especie rara, ni siquiera en
extinción. Cuanto darían algunos por poder extinguirlos sin
contemplaciones, porque os aseguro que son una especie peligrosa para
los listos de capirote.
Lo
cierto es que, no es tonto de capirote quien quiere serlo, ese
privilegio te lo da el tiempo, es una condición que te aborda de
soslayo, de forma furtiva. Cuando te crees el listo de la cuadrilla,
resulta que eres el más tonto de capirote. Pero para obtener ese, a mi
entender, alto estatus, debes pasar por todas la situaciones imaginables
en tu cofradía y digo todas.
Hay
cofrades, y que nadie lleve esto a lo personal, que van dando tumbos de
una cofradía a otra, de una devoción a otra, de un cargo a otro, sin caer en la cuenta de que cada cofradía tiene su propia especie de tonto de
capirote y que si no anclan su devoción fuertemente corren el riesgo de
no llegar nunca a obtener su graduación.
Cuarenta y tantos años de vivencias cofrades, permiten rozar ese título, esa condición. Los tontos de capirote estan por encima de postureos, polémicas, cargos, rencillas y siempre preocupados, para que el momento, bajo el antifaz, en el que se sienten acogidos por su Cristo y por su Madre, sea intenso, si me apuran espeluznante, emocionante, como dirían algunos, de «vello de punta». Los demás revestimientos son insignificantes.
Eso sí, es importante para que la especie no se extinga, transmitir esa esencia cofrade a nuestra descendencia desde el primer día. Lo demás lo pone el devenir, la causalidad, el momento, la intimidad, la pasión, y un largo etcétera, que sería interminable describir.
«¡Güeno!, ¡Pararse ahí!» Os pareceré tonto, pero ese calificativo se me queda corto, porque espero algún día llegar a serlo, pero totalmente, y además de capirote, por mi Cristo y mi Virgen. Lo que más me tranquiliza es que en mi cofradía los listos de capirote claman por su ausencia y está llena de aspirantes a su antónima especie, tan preciada, intensa, fiable, predecible y fiel a sus devociones que no tenemos que preocuparnos por nuestra continuidad. La cantera también se cuida al extremo. Eso sí, advertir que el título solo lo obtienes al final de tus días, así que seguiremos opositando a obtenerlo, «sine die». Esto ya está aquí y es imparable. Que cada cual aguante su vela y que todos tengamos una fructífera Semana Mayor. Suerte a todos y digo a todos.
Ánfora y Corazón
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