abril 2019
Noche especial la del Martes Santo que pudimos vivir con una salida y recogida nunca vistas, desde el Monasterio del Corpus CHristi de Bornos, y un itinerario también inédito.

El avance imparable de tu monte amigo,
del lirio que te acompaña,
nos es más que la invitación al amor fraterno,
al perdón incondicional al hermano,
a la humildad de tu cuerpo inerte,
a tu eterno sueño,
al propósito de enmienda más profundo,
al, me he equivocado, lo siento.
(Extracto Pregón 2010)

Os dejamos unas cuantas fotografías para que vosotros también disfrutéis.

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Ánfora y Corazón

 
El Jueves Santo es un día especial en nuestra Semana Mayor y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores cumplió con creces las espectativas de los bornichos. Pudimos ver un cortejo que se va acercando, cada vez más, al tamaño que en nuestra humilde opinión, es el óptimo para el Jueves Santo, y que permitió que la cofradía discurriera con el orden y devoción a los que nos tiene acostumbrados, pero además sin cortes ni espacios vacíos, con una continuidad que se nos antoja deseable.

El paso de Jesús anduvo sin dificultades y con su habitual cadencia, parecia pesar menos esta madrugada, por como avanzaba, siempre adelante, suave, en volandas de una cuadrilla que cada vez se siente mas compacta y consolidada. Juanma fue repartiendo el privilegio de llamar a muchos devotos de Jesús, haciendolo si cabe mas cercano al pueblo, mas al alcance de quien durante el año sueña con ver discurrir por las calles al Nazareno, pero la «llamá» que levantó el vello a los presentes fue la que dedicó a su madre, cosa a la que no se había atrevido años atras, según pudimos oir cuando se dirigía a su cuadrilla.

El palio de los Dolores de María Santísima  ha estado este año especialmente nivelado, tanto, que nos llamó la atención desde la primera chicotá, a la salida. Pinto ha hecho un trabajo excelente desde nuestro punto de vista y ha conseguido que por fin disfrutemos del paso de Nuestra Señora, que anduvo con la candelería encendida toda la estación de Penitencia y en la que destacaba una Luz en la que se podía leer «Esperanza». 

La plata que te acompaña, 
tú lo sabes Nazareno, 
la eclipsas con tu moreno 
y hasta mi vista se empaña
 y mi ser se desmaraña, 
cuando estoy en tu terreno. 

A quererte, 
suelto el freno, 
y hacia el Cielo 
y a la calma 
con la que invades mi alma, 
acudo con desenfreno.

Hemos vivido un gran Jueves Santo y para muestra os dejamos unas cuantas fotografías para que vosotros también disfrutéis.


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Ánfora y Corazón

 
La fe en Jesús, resucitado por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. Antes de encontrarse con él, lleno de vida, los evangelistas hablan de su desorientación, su búsqueda en torno al sepulcro, sus interrogantes e incertidumbres.

María de Magdala es el mejor prototipo de lo que acontece probablemente en todos. Según el relato de Juan, busca al crucificado en medio de tinieblas, «cuando aún estaba oscuro». Como es natural, lo busca «en el sepulcro». Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Por eso, el vacío del sepulcro la deja desconcertada. Sin Jesús, se siente perdida.

Los otros evangelistas recogen otra tradición que describe la búsqueda de todo el grupo de mujeres. No pueden olvidar al Maestro que las ha acogido como discípulas: su amor las lleva hasta el sepulcro. No encuentran allí a Jesús, pero escuchan el mensaje que les indica hacia dónde han de orientar su búsqueda: « ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».


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La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, sólo porque lo hemos escuchado desde niños a catequistas y predicadores. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús, hemos de hacer nuestro propio recorrido. Es decisivo no olvidar a Jesús, amarlo con pasión y buscarlo con todas nuestras fuerzas, pero no en el mundo de los muertos. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida.

Si queremos encontrarnos con Cristo resucitado, lleno de vida y de fuerza creadora, lo hemos de buscar, no en una religión muerta, reducida al cumplimiento y la observancia externa de leyes y normas, sino allí donde se vive según el Espíritu de Jesús, acogido con fe, con amor y con responsabilidad por sus seguidores.

Lo hemos de buscar, no entre cristianos divididos y enfrentados en luchas estériles, vacías de amor a Jesús y de pasión por el Evangelio, sino allí donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro porque, saben que «donde están reunidos dos o tres en su nombre, allí está Él».

Al que vive no lo encontraremos en una fe estancada y rutinaria, gastada por toda clase de tópicos y fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto. Un Jesús apagado e inerte, que no enamora ni seduce, que no toca los corazones ni contagia su libertad, es un "Jesús muerto". No es el Cristo vivo, resucitado por el Padre. No es el que vive y hace vivir.
J. A. Págola
Al principio se temía por la lluvia. Hemos estado durante toda la Semana Santa pendientes del cielo, pero afortunadamente todas nuestras cofradías han podido realizar sus Estaciones de Penitencia.

Sin entrar en disquisiciones que no llevan a ningún sitio, nos quedamos con que los Titulares de la Hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad han recorrido las calles de Bornos y con que este Viernes Santo hemos tenido la oportunidad de vivir intensamente la cofradía y muy mucho el discurrir de Nuestra Señora de la Soldad que nos ha vuelto a cautivar. Ya se va cogiendo el aire al costal, al nuevo palio, conocen las dificultades del itinerario y hemos de decir que han hecho una excelente Estación de Penitencia.

Ya murió tu lucero,
en la cruz que te precede,
dile a la luz que se apague,
llama a las puertas, asunta,
solo te queda esperar
que tus humildes costaleros,
por las calles del calvario
arropen tu soledad.

Tú, nunca estarás sola,
que los ángeles te llevarán
al sonido de trompetas,
en volandas hasta el Cielo.
Y nosotros desde aquí,
reina nuestra intercesora,
cuando pases el calvario,
rezaremos un Rosario
al despuntar de la aurora...


La última chicotá tras superar el arco de entrada a la iglesia del Calvario fue de poder, de avance sin titubeos, de compas, de cintura, de sufrida subida porque los cuerpos venían castigados y sin relevos.  Queda mucho por hacer y conseguir, pero no nos cabe duda que mas pronto que tarde Nuestra Señora de la Soledad brillará más si cabe en un futuro próximo.

Los cargadores del Señor han estado también poderosos, todos a una, olvidando las dificultades que han tenido para lograr cerrar la cuadrilla y estoy seguro que satisfechos por un trabajo bien hecho. Su saber estar en la cofradía nos llama la atención. Hay que recordar la dificultad de cargar al hombro un paso tan pesado y que el Misterio que representa solo da pie a un discurrir austero y por derecho, sin florituras ni ambajes.

El paso de «Las Magdalenas» en esta ocasión por razones que todos conocemos no pudo realizar, junto a los Titulares de la Cofradía, su Estación de Penitencia como viene siendo costumbre centenaria. Ni que decir tiene que no nos ha gustado la situación vivida, aunque hemos de recalcar que el paso estaba preparado para hacerlo, como muestran las fotografías que hemos realizado, lo que nos hace intuir que todo ha sobrevenido sin poder remediarlo, lo que debe motivar a los responsables de la Cofradía y de la Hermandad para solventarlo en años venideros.

Aún así, hemos disfrutado como hacia años no disfrutabamos y para muestra os dejamos unas cuantas fotografías para que vosotros también disfrutéis.


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Ánfora y Corazón

 
La ilusión es el motor de las cosas buenas, el valor que hace que determinados proyectos merezcan la pena, el candor que nos empuja a seguir adelante. Los sentidos, instrumentos que traspasan nuestra realidad cotidiana, cansina, repetitiva, estresante, para tocar un tiempo detenido.


Cuando el templo se transforma a perfume apetalado, a esencia de romero, a simbiosis de presente y de pasado, a tornasol de emociones contenidas, puedes percibir que el tiempo se detiene sólo un segundo, eterno segundo. La vida entera en un segundo.

Vive ese tiempo sucinto, en un instante intenso, tierno, llenante, infantil, adolescente, frio, incandescente, compungido, alborotado, optimista, satisfecho, sensitivo, delicado, compulsivo, piadoso, inofensivo, pequeño, humano, compasivo, delicioso…

Vísperas de Miércoles Santo, todo listo y preparado. Lo que importa nunca cambia, es eterno, no se acaba, se alimenta de emociones, de recuerdos, de miradas, de sonidos, de oraciones, de alpaca, canela, clavo, y Esperanza Coronada… No busques ese segundo, vente a rezarles, al Señor vilipendiado y al Mayor Dolor de su Madre. 

Te aguardan su Divino rostro dolorido y su Corazón, con siete dolores clavados, para aliviar tus pesares y detenerte el tiempo, un segundo. Míralos, rézales y no busques ese segundo. Te alcanzará de la nada.

Ánfora y Corazón

Comienzo a sentir que la saliva, me sabe a plata fina repujada, a madera hábilmente torneada, para hacerte caminar, en jóvenes y fuertes corazones, en empuje infinito y solidario, en verdades que se vuelven sentimientos y en Rosarios que se tornan emociones.

Entonces, a la Resurrección marcharemos. Qué gran exactitud, de la Resurrección partiremos y en la Resurrección volveremos a encontrarnos.


Llega por fin la primavera, llegan los ramos y las palmas, miro a la izquierda y te veo en sufrimiento, miro adelante y a tu madre contemplo, clamo al cielo y apareces de nuevo haciendo la luz, que por momentos, se me ha ido, para regresar de seguido, sin ni siquiera un lamento.

Ese día, quien no se sienta niño se engaña, cada año con mis ojos lo percibo, lo siento y lo digo. La impaciencia por coger el mejor ramo, la impaciencia por llegar primero, la impaciencia por tocar el cielo, la impaciencia por mostrar lo que estrenamos, las carreras por la mejor banca.

No caemos en Jesús, ni en sus esperas, ni en su entregar desmedido.

Él es, la Pasión Blanca. Es, ese día triunfante. Es, ese día aclamado. Es la esperanza, de quien sus días llena con sueños imposibles.

Es de esos, que están por todas partes, en cada rincón del planeta, en donde la verdad se transforma en frío, en hambre, en hastío, en donde el día a día, es inaguantable.

Son, esos hijos tuyos, Señor, a los que desde cualquier rincón, desechamos y negamos, no tres veces, sino setenta veces siete.

Nos conviene buscar la caridad como la gota de rocío busca la hierba, como la sal busca la mar, como la luz busca salida, como el barco el puerto, como el ave las semillas; y eso sí sería amar, y sería amar sin medida.

Ánfora y Corazón
(Estracto Pregón 2010)
Si, tontos los hay de todos los colores y formas, pero los que me ocupan ahora son «los tontos de capirote». No crean ni por asomo que es una especie rara, ni siquiera en extinción. Cuanto darían algunos por poder extinguirlos sin contemplaciones, porque os aseguro que son una especie peligrosa para los listos de capirote. 


Lo cierto es que, no es tonto de capirote quien quiere serlo, ese privilegio te lo da el tiempo, es una condición que te aborda de soslayo, de forma furtiva. Cuando te crees el listo de la cuadrilla, resulta que eres el más tonto de capirote. Pero para obtener ese, a mi entender, alto estatus, debes pasar por todas la situaciones imaginables en tu cofradía y digo todas. 

Hay cofrades, y que nadie lleve esto a lo personal, que van dando tumbos de una cofradía a otra, de una devoción a otra, de un cargo a otro, sin caer en la cuenta de que cada cofradía tiene su propia especie de tonto de capirote y que si no anclan su devoción fuertemente corren el riesgo de no llegar nunca a obtener su graduación.

Cuarenta y tantos años de vivencias cofrades,  permiten rozar ese título, esa condición. Los tontos de capirote estan por encima de postureos, polémicas, cargos, rencillas y siempre preocupados, para que el momento, bajo el antifaz, en el que se sienten acogidos por su Cristo y por su Madre, sea intenso, si me apuran espeluznante, emocionante, como dirían algunos, de «vello de punta». Los demás revestimientos son insignificantes.

Eso sí, es importante para que la especie no se extinga, transmitir esa esencia cofrade a nuestra descendencia desde el primer día. Lo demás lo pone el devenir, la causalidad, el momento, la intimidad, la pasión, y un largo etcétera, que sería interminable describir.

«¡Güeno!, ¡Pararse ahí!» Os pareceré tonto, pero ese calificativo se me queda corto, porque espero algún día llegar a serlo, pero totalmente, y además de capirote, por mi Cristo y mi Virgen. Lo que más me tranquiliza es que en mi cofradía los listos de capirote claman por su ausencia y está llena de aspirantes a su antónima especie, tan preciada, intensa, fiable, predecible y fiel a sus devociones que no tenemos que preocuparnos por nuestra continuidad. La cantera también se cuida al extremo. Eso sí, advertir que el título solo lo obtienes al final de tus días, así que seguiremos opositando a obtenerlo, «sine die». Esto ya está aquí y es imparable. Que cada cual aguante su vela y que todos tengamos una fructífera Semana Mayor. Suerte a todos y digo a todos.

 Ánfora y Corazón