El suspiro suspira en la tarde, distraído, como si de un Domingo de Cuaresma se tratase. El estío se le antoja mejor aún. El tedio y el calor sacan las actitudes más desgreñadas de los cofrades, como si la falta de incienso les provocase síndrome de abstinencia.
Suenan las notificaciones whatsapp, peor que las alarmas aéreas que avisan bombardeo y en la hora del sesteo, discierne pensando que si con este calor, no sería mejor el runrún de las olas bajo sobrilla despintada, que andar mensajeando.
Mientras fulano cuenta a mengano que citano cuenta las horas para agarrar poder en su Cofradía, eso sí, bajo la sombra de su valedor que le anda autorizando ya, iniciativas que aun no le corresponden, al final uno que también bebe los vientos por María, que es el último en enterarse como marido traicionado, no puede más que callar y el suspiro no sabe si sabrá que aunque el whatsapp no es prueba determinante, el rumor siempre deja asiento malintencionado.
El suspiro suelta una sonrisa cuando su interlocutor con precisión cirujana le indica que es el momento de soltar la primicia que llevan guardando trabajosamente varios amaneceres. Casi suspendido por el pasillo, leído el pistoletazo, pulsa el botón y al unísono grita la maledicencia por las redes del nuevo cofrade, recién llegado, que solo mira la hora y los segundos del botonazo.
El suspiro suelta una carcajada cuando comprueba que su noticia no es compartida adrede por quien todo lo comparte a su propia iniciativa y se torna nuevamente en sonrisa cuando un mensaje le da ganador de una apuesta privada hecha antes, bastante antes del botonazo, por el anunciado perdedor de la misma.
Otro mensaje le llega antes de la media noche, poco antes, cuando la siesta solo es un recuerdo. Alguien quiere dejar claro que emitirá un comunicado oficial porque aunque la noticia es cierta, nunca hubo ese cargo que se menciona. Otra sonrisa surge del suspiro y sonriendo busca el descanso, rectificando y evitando parece ser el comunicado oficial.
El estío se le sigue antojando mejor. El tedio y el calor sacan las actitudes más desgreñadas de los cofrades, como si la falta de incienso les provocase síndrome de abstinencia.
Pedro Bueno Jiménez
Publicar un comentario:
0 comentarios hasta ahora, agregue el suyo