No sabía muy bien después de tantos días separado de mis queridas cofradías como levantar el vuelo al nuevo curso, al nuevo ir y venir, a los nuevos rumores, y a los mentideros que, no nos engañemos, son el día a día de los que nos gusta escudriñar este mundillo, por otra parte cogedor y apasionante.
Ya sé que los nuevos aires rectores, a ojo de buen cubero, asoman cargados de palmaditas a la espalda a nuestras Hermandades pero eso será tema de otra reflexión más o menos acertada.
Lo cierto es que tan de la Resurrección como me tengo, cuando oigo hablar de olivos, me exalto, me salgo fuera de mis casillas. Si, y lo cierto es que no me ocurre cuando oigo hablar de cirineos, ni de esparragueras u otros recursos auxiliares, pero no puedo sostenerme cuando oigo hablar de olivos, y miren que me encantan las aceitunas en todas sus versiones, pero los olivos…., eso es que me exaspera.
¿Imaginan el lema, «Ponga un olivo en su Cofradía»? ¿Es para llorar, no? Tengo amigos a los que el tema les encanta, parecen nacidos en tierras jiennenses, y claro es, ya tenemos el conflicto, ya la tenemos liada en la Condomina, que diría un conocido locutor de la capital. Aprovechan cualquier reunión, cualquier mentidero, cualquier cumpleaños.Tienen mucha tela que cortar, bastante diría yo. Y claro, se vienen arriba en banderillas, aunque nunca hablan de esparragueras, eso lo tienen prohibido facultativamente. Con lo buenos que están los trigueros en tortilla o en salsa, revueltos o en abajaos, siempre hablan de olivos. Además, lo único que les digo es que ya los cogeré en mi barrio.
Pero lo justo sería comenzar el curso cofrade con un lema serio: «El amor y la amistad son las únicas cosas que crecen cuando se comparten». Tiempo habrá de comentar sobre bandas, flores, cortejos, capataces, costaleros y estrenos, porque las cofradías son germen de amistades sobrevenidas a golpe de devocion, a tintineo esencial, eso sí, siempre que el cofrade vaya buscando la inocencia, el componente divino de cada uno de nosotros, ese que nos avisa que el agua de la media botella que flota en el mar forma parte del mar mismo, que tiene su mismo origen, que viene del mismo Padre y para nada es diferente del resto del agua en la que flota.
Gracias Señor por las amistades que nos concedes y ayúdanos a fomentarlas hasta la extenuación, porque si conseguimos ver en el otro la esencia y reconocer en él la inocencia de su origen, estaremos también asumiendo la nuestra, y recordando, de dónde venimos y hacia donde debemos volver. Tiempo habrá de comentar sobre esparragueras, cirineos y olivos. Feliz curso cofrade y que nos aproveche. Vibremos pues en positivo y el Señor estará en cada uno de nosotros.
Pedro Bueno Jiménez
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